Antes que la pandemia de alguna u otra forma nos cambiara la vida a todos, la actividad logística vinculada al comercio exterior estaba enfocada en sumar eficiencia a partir de la implementación de tecnología, fundamentalmente impulsando los procesos de digitalización e integración de los distintos actores de las cadenas de abastecimiento.
Si bien la crisis sanitaria aceleró esta tendencia, puso también en evidencia el valor que tenemos las personas a la hora de enfrentar situaciones disruptivas como las que nos tocan vivir desde el año pasado.
Las herramientas tecnológicas son desde luego un gran aporte y resultaría imposible pensar hoy en día en una operación eficiente sin la utilización de estas innovaciones. Pero tal como señalan los especialistas, tendencias como la automatización y la inteligencia artificial son especialmente efectivas para realizar con éxito operaciones repetitivas y monótonas, algo totalmente opuesto a lo que vivimos estos últimos meses.
Por eso, ante contextos complejos y volátiles como el que enfrentamos actualmente, el rol de las personas y sus cualidades “humanas” se vuelve más relevante que nunca.
Esto debido a que todos en el mundo nos vimos afectados en mayor o menor medida por esta crisis. Y quienes desarrollan su actividad profesional en el rubro de la logística vinculada al comercio exterior, fueron incluso declarados “trabajadores esenciales” desde el primer momento, ya que este trabajo resulta vital tanto para el abastecimiento de insumos clave para enfrentar la pandemia, como para mantener la actividad económica de los países en movimiento.
Sin embargo, no son pocos los obstáculos que deben enfrentar a diario para cumplir sus objetivos, como por ejemplo: cambios abruptos en la demanda que dificultan la planificación, restricciones a la circulación y exigencias cambiantes para el cruce de fronteras, suba de costos operativos sobre todo del transporte marítimo internacional, implementación del trabajo en células y una gestión más compleja de los colaboradores, falta de contenedores vacíos, saturación de la infraestructura de IT, entre otros.
Frente a todo esto, competencias como la gestión de emociones, la capacidad de generar empatía, comunicación asertiva y trabajar en equipo, son cualidades capaces de marcar la diferencia.
Porque a partir de ellas es posible avanzar hacia un esquema colaborativo entre las diversas organizaciones y organismos que participan de los procesos logísticos vinculados al comercio exterior. Un esquema donde todos toman conciencia de la importancia de su rol y, a la vez, que sus objetivos finales no pueden ser alcanzados sin la colaboración del resto de la cadena.
Si esto ocurre, se ganaría en comprensión, paciencia y flexibilidad para alcanzar los objetivos que se plantean.
La tecnología y los vínculos, seguramente, sean dos de los pilares más importante de la actividad. Ambos, gestionados por las personas.
Artículo publicado originalmente el 7 de Julio de 2021 en APLOG.