En un mundo en constante transformación, no se trata de una lucha entre la tecnología y los humanos o entre lo tradicional y lo nuevo, sino en saber alinearnos y potenciarnos.
Transitamos un mundo cambiante y, como los equilibristas, nos movemos siguiendo los cambios de la superficie y adaptando nuestras posturas y movimientos para no perder la estabilidad.
En el mundo laboral, muchos de los puestos más demandados por las empresas (y entre los mejores remunerados) en la actualidad no cuentan con carreras universitarias específicas, sino que, a la velocidad de los cambios, se generan ofertas diversas de cursos y capacitaciones, en las que incluso, en muchos casos, los docentes no cuentan con un título universitario.
Para muchos profesionales que ya tienen experiencia y una posición ganada dentro de las organizaciones o en sus respectivos mercados, esta dinámica cambiante en el mundo laboral se presenta como una amenaza y es natural que así sea.
Porque para afrontar estos nuevos tiempos es preciso un profundo cambio de mentalidad y de concepción de la realidad del mundo laboral.
Hoy, los jóvenes son “maestros” de los adultos más experimentados en muchas disciplinas como, por ejemplo, en la gestión de redes sociales y en la forma de llegar de manera efectiva a públicos masivos mediante estos grandes canales de comunicación, que en sólo dos décadas han desplazado gran parte de la atención del público, donde históricamente reinaron la radio y la televisión.
Al respecto, el reporte “Demographic Divide”, publicado por la revista estadounidense Variety sobre las preferencias actuales del público en su tiempo libre, arrojó que los jóvenes de 15 a 29 años prefieren en primer lugar utilizar redes sociales (sobre todo postear, no tanto leer o recorrerlas) con un porcentaje del 26%; luego jugar videojuegos (18%), ver programas de TV (16%) y ver películas (15%).
La capacidad de automatizar pronto va a trascender las tareas netamente operativas y se expandirán hacia horizontes hasta ahora impensados.
Es así como, actualmente, los directivos de marketing de grandes compañías se debaten a la hora de comunicar entre seguir los “patrones corporativos” o animarse a cambiar y adaptarse al lenguaje de las redes.
Incluso, siempre se creyó que la automatización estaba llamada a reemplazar las tareas rutinarias y repetitivas. Y así fue, hasta que llegaron la digitalización y la inteligencia artificial, que en estos días presentó la evolución del ChatGPT a su versión 4, exponencialmente más potente.
Esta tecnología ya ha demostrado su gran capacidad de, por ejemplo, generar textos, proyectos y vincular ideas con cada vez más calidad y precisión. Sin dudas, la capacidad de automatizar pronto va a trascender las tareas netamente operativas y se expandirá hacia horizontes hasta ahora impensados.
Ante esta velocidad de cambios podemos tener una mirada apocalíptica, como si estuviéramos ante la puesta en marcha del “Skynet” de la saga Terminator, o bien tener la capacidad y la sabiduría de abrirnos a los cambios.
Toda esta evolución no resta valor a nuestra experiencia acumulada y a nuestros conocimientos, pero sí nos desafía a adaptarnos y a generar la capacidad de complementarnos con estas nuevas tendencias.
Históricamente, en el mundo nunca han funcionado los extremos. Por eso, no se trata de una lucha entre la tecnología y los humanos, o entre lo tradicional y lo nuevo, sino en saber alinearnos y potenciarnos.
La peor decisión es cerrarse a los cambios. Tenemos que pensar que ya no hay una sola meta que alcanzar, sino que debemos evolucionar y cambiar continuamente.
Si lo hacemos convencidos, con humildad y actitud positiva, siendo muy flexibles y adaptativos, tendremos más posibilidades de alcanzar el ansiado equilibrio y la armonía, aun sin conocer cuáles serán los cambios por venir en nuestras respectivas actividades.
Nota publicada originalmente por Infobae.