4/9 – Decodificarme

“Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para enseñarnos que vale más oír que hablar.” Zenón de Citio

¿Cuál es tu forma de conectarte con vos mismo y con los demás? ¿Estás contando lo que realmente querés contar?


Irónicamente aprender a escuchar es el primer paso para aprender a comunicar. Escuchar al otro con interés es el camino para tener la versatilidad necesaria para hacer llegar nuestro mensaje de forma efectiva a todo tipo de personas, en cualquier circunstancia. Por eso, saber escuchar y conectar con las personas es vital para poder comunicar de manera asertiva.La comunicación juega un rol fundamental en todos los ámbitos de la vida y, desde luego, el del trabajo no es la excepción. Cuando buscamos conectar con alguien, la posibilidad de que el otro entienda solo lo que quiere entender es muy grande, y es por ello que mientras más claros y directos seamos, más posibilidades tendremos de ser realmente comprendidos. Nuestra construcción de la realidad es producto de la interpretación que hacemos sobre los hechos que observamos y percibimos. Cada persona utiliza este sistema para crear su propia visión del mundo. En relación con esto Tony Robbins, destacado coach motivacional, nos dice que “para comunicarnos efectivamente, debemos darnos cuenta de que todos somos diferentes en la forma en que percibimos el mundo y usar ese conocimiento como guía para comunicarnos con otros”. (Robbins, 2019) La comunicación se inicia primero con nosotros mismos, con nuestra conversación interna, dado que estamos permanentemente hablándonos. La sinceridad de este diálogo interno favorece una comunicación efectiva, auténtica y natural. Con la idea precisa de lo que queremos comunicar el desafío es ahora conectar con el otro, no simplemente transmitir información. Un buen camino es generar empatía para que la comunicación sea más exitosa. Por ejemplo, el ex presidente norteamericano Theodore Roosevelt, llamaba por su nombre a todo el personal de la Casa Blanca y a todas las personas que podía, incluso lo hacía con cientos de seguidores, y esto, de alguna manera, hacía que la conexión con ellos fuera especial. Actualmente en las empresas conviven una gran diversidad de generaciones que se diferencian entre sí como nunca antes en la historia. Es que el vertiginoso avance de la tecnología y las comunicaciones que se registró en las últimas décadas de la “revolución digital”, formaron generaciones que han vivido realidades muy distintas, fundamentalmente por el acceso a la información y la conectividad que ofreció la llegada de Internet. Pensemos que un hombre que actualmente llega a la edad de jubilarse de 65 años, tenía 40 cuando a mediados de los noventa se vendieron las primeras conexiones comerciales de internet en el mundo. Por lo que incluso siendo egresado universitario con un máster, es posible que haya realizado toda su carrera académica sin contar con una dirección de correo electrónico, y sin haber realizado ni una sola búsqueda en Google. En la misma empresa, hoy puede estar trabajando un joven de 20 años, nativo digital, para el que seguramente sería inconcebible pensar la vida y las relaciones sociales sin un smartphone. En el medio, también forma parte de la compañía una persona de 45 años que no conoció el celular hasta varios años después de haber terminado sus estudios secundarios. Los contextos en los que se han desarrollado estas diversas generaciones son diferentes como nunca en la historia. Y en consecuencia sus características, su visión del mundo y hasta su ritmo de vida es distinto. Contar con la capacidad de conectarnos con todos de forma efectiva nos va a permitir generar más y mejores vínculos y, por ende también, más posibilidades. De hecho, además, atado al desarrollo tecnológico, hoy se han multiplicado los canales de comunicación mediante los cuales nos conectamos, como los servicios de mensajería y las redes sociales, muchos de los cuales ya han sido adoptados para uso laboral. Se trata de herramientas muy útiles que cuentan con la capacidad de compartir información en todo tipo de formatos y, por ejemplo, organizar la comunicación por grupos, sumando gran agilidad e inmediatez a los contactos de todos los días. Sin embargo, es preciso destacar la importancia de adaptar nuestros mensajes de forma correcta a estos formatos, ya que a través de los mismos no contamos con toda la riqueza comunicacional que brinda el encuentro personal. Es por esto, que una buena opción es utilizar aquellas plataformas tecnológicas que nos permitan compartir gestos, miradas y silencios, elementos que son y serán importantes a la hora de comunicarnos entre las personas. En este sentido, los millennials, como se denomina a los nacidos entre 1981 y 1999, son la primera generación que ha crecido y llegado a la edad adulta con la revolución digital. De acuerdo con una investigación realizada por una prestigiosa consultora, solo en América Latina los millennials alcanzan el 35% de la fuerza laboral y para el 2025, 3 de cada 4 trabajadores en el mundo serán millennials (Fundación Telefónica, 2018). El trabajo indica que estos jóvenes “utilizan dos veces más la mensajería instantánea que las llamadas telefónicas, y que incluso consideran que las llamadas les hacen perder el tiempo, que nunca se puede saber lo que van a durar y que a ellos les gusta la comunicación rápida y el ir al grano”. La generación siguiente, los centennials, que son los nacidos a fines de los noventa, están fuertemente marcados por la tecnología y se relacionan en gran medida a través de las redes sociales. De hecho ya existen las redes sociales empresariales, diseñadas para facilitar las comunicaciones dentro de las empresas, con la dinámica que estos nuevos trabajadores ya comienzan a imponer en las organizaciones. El ritmo de estos cambios puede parecer abrumador y muy complejo poder adaptarse a esta dinámica desde la comunicación. Sin embargo, en el fondo, los cambios son solo de forma. Más allá de toda diferencia, necesitamos comunicarnos porque somos seres sociales que vivimos, trabajamos y aprendemos generando y fomentando vínculos a través de la comunicación. Las ideas claras y un mensaje preciso concebido a partir de nuestra capacidad de escuchar y entender cómo conectarnos con el otro, son las capacidades que nos van a permitir seguir evolucionando y aprendiendo durante toda la vida y en todos los contextos.