“He liberado a miles de esclavos y habría liberado miles más, tan solo si ellos hubieran sabido que lo eran”. Harriet Tubman.
¿Qué representa el trabajo en tu vida? ¿Cuántas sensaciones pasan por tu cabeza por la mañana cuando despertás y recordás que tenés que ir a trabajar o cuando te vas a dormir y alguna situación del trabajo da vueltas por tu mente?
De acuerdo con una encuesta realizada por una importante organización, que desde finales de 1990 ha encuestado a más de 25 millones de trabajadores en 189 países diferentes, sólo el 13% de las personas consultadas siente pasión por su trabajo y se compromete sinceramente desde su labor con los resultados de la empresa o el lugar donde desempeña sus actividades. El resto, nada menos que el 87%, están “desconectados emocionalmente de sus lugares de trabajo y tienen menos posibilidades de ser productivos” (y seguramente menos felices con lo que hacen), mientras que un dramático 25% de estos últimos directamente odia su trabajo (Informe Gallup, 2013). La contundencia de estos datos muestra que son muchas las personas para las que el trabajo representa una frustración. Seguramente, son varias las mañanas en las que deben hacer un gran esfuerzo por comenzar el día motivados y con ganas de brindar lo mejor de sí o se van a dormir más de una vez desalentados, porque sin dudas, nuestro vínculo con el trabajo es también determinante en nuestro bienestar como personas y, por ende, en nuestra manera de vivir. Esto representa una posibilidad para reflexionar que si sentimos que estamos fuera de ese 13% de personas que disfrutan diariamente de lo que hacen, deberíamos indagarnos para emprender una transformación que puede darse si entrenamos y construimos las competencias que creamos necesarias y utilizando como motor la posibilidad de vivir de manera más plena. Claro que no contar con un trabajo es aún una situación más complicada, requiere de un mayor esfuerzo y un desgaste emocional más intenso que nos invita a ser conscientes de que, mediante el conocimiento y el entrenamiento de nuestras habilidades, vamos a generar mayores posibilidades de conseguir uno. Debemos cuestionarnos, a veces, el romper con algún patrón para poder avanzar. Un trabajo no deseado o no contar con uno, no puede ser una sentencia, debe ser, a lo sumo, una etapa de aprendizaje, más o menos agradable, pero un escalón al fin. Porque, finalmente, las respuestas están en nosotros y todo depende de nuestra posibilidad de aprender de lo que nos sucede, de nuestras experiencias, y de poder tomar lo mejor de cada persona y que eso, nos regale una vivencia que nos permita evolucionar. La educación tradicional se va transformando al ritmo de los cambios del mundo. Esto presenta nuevos desafíos que exigen un abordaje integral y multidisciplinario de la formación profesional, que debería contemplar aspectos como el autoconocimiento. Tenemos la posibilidad de aprender a gestionarnos y para ello es fundamental comprender con qué recursos contamos, cuáles son nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades, factores que también serán determinantes a la hora de alcanzar el éxito laboral. Con humildad, siendo vulnerables, si estamos atentos podremos captar información útil, principalmente en nuestros vínculos. No importa nuestra edad o condición, pero sí cuenta que estemos dispuestos a hacerlo. Cada camino es único, así como son nuestros talentos, ambiciones y necesidades y está en cada uno de nosotros la posibilidad de elegir cómo transitarlo.