En este mundo globalizado e hiperconectado, el intercambio de mercancías entre países se desarrolla a un ritmo cada vez más vertiginoso. De hecho, hoy en día cualquier persona desde su móvil puede iniciar el viaje de un producto desde prácticamente cualquier lugar del planeta y recibirlo en su domicilio. La logística es la herramienta que hace posible esta dinámica y con su constante evolución se adapta a las cambiantes demandas del comercio internacional.
La importancia del rol de la logística en el contexto global quedó de manifiesto, una vez más, con la llegada de la pandemia de COVID-19. Cuando en el mes de enero China maximizó sus medidas de aislamiento para contener la expansión del virus, lo que implicó el cierre temporal de muchas de sus fábricas, se interrumpieron gran cantidad de exportaciones de insumos paralizando la producción de varias industrias en occidente, generando algunos problemas de abastecimiento principalmente de productos sanitarios, que fueron muy demandados durante los primeros meses del año. De esta forma el complejo entramado de las cadenas globales de valor, demostró no estar preparado para interrupciones repentinas como las provocadas por este virus que realmente sorprendió a toda la humanidad.
La internacionalización de la producción que trajo la globalización, configuró un esquema de comercio exterior altamente dependiente de la eficiencia logística, que para optimizar sus costos opera con muy bajos niveles de stock, lo que como contrapartida genera una gran vulnerabilidad ante las disrupciones.
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Por eso ante esta situación inesperada y luego del impacto inicial, rápidamente todos los gobiernos buscaron facilitar el flujo de mercancías a través de sus fronteras, desde luego sin dejar de la lado los cuidados sanitarios, pero conscientes de la importancia de mantener en marcha la logística internacional, como el gran impulsor de la actividad económica y de la generación de riqueza y de recursos, tan necesarios para hacer frente a las múltiples dificultades sociales y económicas que origina una pandemia.
La internacionalización o la incipiente globalización, surgió cuando las grandes empresas se lanzaron a controlar las fuentes de materias primas más allá de sus propias fronteras nacionales, y fue un proceso muy importante para el desarrollo de la industrialización. Más adelante las empresas también comenzaron a trasladar su producción a otros países, inicialmente para facilitar su acceso a otros mercados, consiguiendo eliminar aranceles y limitaciones, y luego también para optimizar costos, produciendo en regiones donde los salarios eran más bajos o donde la cercanía a las fuentes de insumos o materias prima reducían los gastos de transporte.
La eficiencia logística resulta clave en este esquema, ya que las distancias a recorrer para llevar a cabo los procesos son muy grandes, lo que aumenta los costos de transporte, hace más compleja la gestión operativa y aumenta los tiempos de cada operación. La logística debe ser sumamente eficiente para que estos esquemas sean competitivos y no generen gastos que superen los beneficios de la internacionalización productiva.
Sin embargo, previamente a la pandemia, ya se venían gestando a nivel global señales de una nueva configuración del comercio internacional, menos orientada a la globalización. Por un lado, en busca de un menor nivel de interdependencia productiva, comercial y tecnológica entre las principales potencias económicas, y por el otro por una mayor tendencia hacia un comercio mundial con menor nivel de apertura y más enfocado en lo regional.
Las causas son diversas y tienen orígenes políticos, estratégicos y hasta medioambientales. Pero sean cuales sean los motivos, la logística nuevamente se adapta y se transforma para brindar soluciones, en un mundo que seguirá estando globalizado, pero donde se estima que se configurará una economía más regionalizada y organizada en grandes polos productivos.
En este sentido, Neil Shearing, economista jefe de la consultora internacional Capital Economics, con sede central en Londres, Reino Unido, advierte que “se aproxima el fin de una era”.
Entre las razones destacadas por el especialista, podemos mencionar que en los últimos 15 años los salarios de los países del sudeste asiático han aumentado como consecuencia del gran crecimiento económico de esta región. Por lo que los ahorros de la internacionalización productiva ya no son tan importantes, considerando los costos adicionales que implica el esquema logístico asociado. Por otro lado, el desarrollo tecnológico y la automatización también impactan en este sentido, porque reducen la necesidad de mano de obra haciendo más competitiva la producción en los países desarrollados.
Adicionalmente, las complejas cadenas globales de abastecimiento se vieron jaqueadas con la pandemia y esta visibilidad de su debilidad, estiman que acelerará la tendencia a una reestructuración de la producción y el comercio global.
Por otro lado, el impacto medioambiental que genera el transporte es cada vez seguido más de cerca, y actualmente muchas empresas miden la “huella de carbono” de sus productos, porque son temas que ya están siendo considerados y valorados por los consumidores.
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Estratégicamente también se visibilizaron otros problemas. Por ejemplo, Estados Unidos importa de India y China el 80% de los insumos que utiliza su industria farmacéutica. La pandemia puso en evidencia la gran dependencia de factores externos que pueden impactar en un tema tan estratégico y sensible como la salud.
Actualmente asistimos a un periodo de transición, donde EEUU y China se juegan el liderazgo económico mundial. Después de muchos años, el país norteamericano dejó de ser el principal destino de las importaciones del Asia – Pacífico y China pasó a ocupar ese lugar, a la vez que busca proveedores estratégicos de productos agroalimenticios, donde la región latinoamericana ya es relevante y puede serlo mucho más en el futuro.
El mundo cambia, se reordena y vuelve a configurarse. Pero siempre es la logística como herramienta de las cadenas globales de valor la que hace posible su funcionamiento, adaptando sus operaciones a los nuevos contextos y asegurando la competitividad que exigen los negocios.
Si el nuevo desafío global es la regionalización de la economía y la producción, nuevamente la logística será protagonista, buscando optimizar los tráficos entre los países vecinos, generando relaciones colaborativas entre empresas, innovando tecnológicamente e implementado soluciones como el intermodalismo para optimizar los costos, el consumo energético y la emisión de gases contaminantes.
Javier Carrizo – Director y Fundador de Movant Connection / Ceo y Fundador de Gea Logistics.
Artículo publicado originalmente el 05/11/2020 en Énfasis Logística