La compleja crisis sanitaria global no hizo más que acelerar un proceso que ya estaba en plena marcha. El mundo laboral está cambiando rápidamente. Desde las posiciones de liderazgo, es preciso tener los reflejos atentos y predisposición a adaptarse para no quedar fuera de competencia.
Indicios. Cinco de las 10 empresas más valiosas del mundo no existían hace solo 25 años atrás y 7 de ellas pertenecen al mundo digital. La evolución de la tecnología vuelve obsoletos cada vez más puestos laborales. Asimismo, crea nuevos, que requieren competencias relacionadas con la capacidad de autogestión y aprendizaje. Habilidades que no suelen estar contempladas en los contenidos de las instituciones educativas tradicionales.
Cambios
Las nuevas generaciones que se están incorporando actualmente a las organizaciones se formaron en un contexto completamente diferente a sus predecesoras. Nunca antes estuvimos tan conectados y con tanto acceso a la información. Esto hace que la brecha generacional presente diferencias muy marcadas, y son estos jóvenes los que ya están configurando el mundo que viene.
Quienes hoy están ya establecidos en posiciones de liderazgo se enfrentan al desafío de asumir un verdadero cambio cultural. Dejar atrás la falsa seguridad de sus éxitos pasados para abrirse a nuevas ideas y propuestas. Estas pueden llegar incluso de sus colaboradores menos experimentados, que a pesar de su falta de trayectoria traen consigo el ADN de los nuevos tiempos.
No se trata desde luego de dejar a un lado la experiencia ni el conocimiento cosechados durante años. Se trata de sumar, de abrir el juego y las mentes a la transformación, a la adaptación al cambio, que como bien descubrió Charles Darwin, fue el factor diferencial de las especies que sobrevivieron.
Es necesario realizarse una simple pregunta. ¿Estamos dispuestos a soltar los paradigmas que fueron exitosos en el pasado para abrir el camino hacia nuevas formas de gestión?
Desde luego sortear la “trampa del éxito” no es una tarea sencilla. Porque esto nos lleva a cuestionar métodos y procesos que seguramente dieron buenos resultados y, posiblemente, fueron los que nos permitieron llegar hasta donde hoy estamos. Además, de alguna manera, nos sentimos identificados con todo ese bagaje de gestión, que forma parte también de nuestra identidad dentro de la organización.
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Los objetivos de los líderes deberían estar enfocados en el éxito de la organización, y en este punto el ego puede jugar una mala pasada. Sería preciso tomar consciencia de que no se trata de uno mismo, de que es necesario dedicar los esfuerzos y energías en trazar un rumbo exitoso para la organización y sus proyectos, ante los nuevos contextos futuros.
Liderazgo circular
Estos últimos años surgieron conceptos como el liderazgo circular. Un esquema de trabajo que rompe con la clásica estructura piramidal y propone un abordaje abierto entre todos los actores vinculados con un proyecto. Se abre el juego a nuevas voces y aportes, a la vez que se genera confianza y compromiso en los miembros de la organización, que se sienten reconocidos, valorados y comprenden la importancia de su rol.
Siempre bajo la dirección de un liderazgo principal, este esquema de trabajo brinda una dinámica alineada con las necesidades de agilidad y adaptación que exigen los tiempos que corren. También favorece el desarrollo de quienes recién están empezando, al permitirles trabajar cerca de aquellos más experimentados.
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También se verifica alrededor del mundo que muchas mujeres están asumiendo roles de liderazgo en sectores que tradicionalmente han sido liderados mayoritariamente por hombres, esta diversidad ofrece un valor diferencial a la gestión. Sin embargo, la fuerza laboral femenina tiene los mismos desafíos, la formación continua y la capacidad de creación de valor.
Por otro lado, hay también una revalorización del rol de los profesionales de mayor edad, quienes tienen una gran capacidad de actuar como mentores aportando estabilidad, madurez, conocimientos y experiencias.
Los cambios de contexto son imparables y traen consigo nuevos desafíos pero, a la vez, ofrecen también nuevas posibilidades.
Sin duda, la efectividad para construir puentes entre los más jóvenes y aquellos que actualmente tienen posiciones de liderazgo resulta vital, porque de ellos dependerá, finalmente, el futuro de las organizaciones.
Por Javier Carrizo Emprendedor y autor de “Dejarse Enseñar” y “Significación Laboral”
Artículo publicado originalmente el 11/05/2021 en El Economista